La navidad y año nuevo más felices de mi encabritada existencia, se remonta al último año de educación primaria. Llegaba ese fin de clases tan esperado, y yo, deseoso de largarme de esa escuela, apuraba el calendario con mi pensamiento, como si fuera un dios; pero el tiempo no pasó rápido, más bien se detuvo en los hostigamientos de siempre y hasta me adormeció las posaderas de tanto imaginarlo liviano. Once años de vida, mi cuerpo flácido, delgado; a los otros, en cambio, los veía grandes, impermeables al maltrato, tan adaptados a ese mundo hostil de verdugos y débiles. Por supuesto que nunca me tocó ser el malo: por lo menos en esa época, siempre fui el reprimido, al que todos aplastaban con insultos y golpes. A quien más odiaba y quería arruinarle las extremidades, o la cabeza, era al profesor. ¡Qué lindo hubiera sido dejarlo inválido! Hasta ahora, cada vez que lo veo, tengo esos sentimientos, la verdad; pero no, me da pereza y asco. Cuando terminé la primaria, lejos de todo lo asqu
Asociación cultural sin fines de lucro, orientada a la creación, promoción y difusión de las manifestaciones artísticas surgidas en nuestra Amazonía, con la finalidad de acercarlas al pueblo para su disfrute, valoración y reconocimiento.