Relato: Acusan a Lucifer de asesinato



La Habana, distrito perteneciente a la provincia de Moyobamba y ubicado entre Calzada y Soritor, es un pueblo apacible, cuyos habitantes se dedican mayormente a la agricultura; sin embargo, no deja de tener sobresaltos de tanto en tanto. Uno de estos sobresaltos ocurrió a principios de la segunda mitad del siglo pasado, cuando se cometió un crimen con tal ensañamiento que en un principio se creyó que ese “trabajo” no había sido hecho por manos humanas sino por el mismísimo Lucifer.

 El día del crimen, Juan Reynaldo, luego de desayunar salió rumbo a la chacra que distaba apenas una hora a pie con el fin de abastecerse de dos racimos de plátano, por lo que le dijo a su mujer que iba a regresar lo más pronto posible, ya que tenía un compromiso en el pueblo. El hombre llegó al platanal y luego de un rápido deshierbe se hizo de los dos racimos. Una vez amarrados estos, emprendió el retorno, colocando entre los brazos su retrocarga, arma cuya posesión era común para los hombres del campo en aquellos tiempos.

De repente, en cierta parte del camino, dos individuos salieron del monte y le atacaron a traición. Después de golpearle cruelmente, le quitaron el arma cuyo cañón lo introdujeron en su ano haciéndolo llegar hasta sus intestinos que quedaron destrozados; es decir, cometieron atrocidades con él. Luego le maniataron con sus propios vestidos y creyéndole muerto le dejaron a un costado del camino.

Su  mujer, al ver que la noche se venía y Juan Reynaldo no regresaba, sospechó que algo malo le había sucedido a él, por lo que pidió ayuda a varios vecinos, quienes salieron en su búsqueda y le encontraron moribundo, conduciéndole a su casa. Tres días duró la agonía de este hombre, quien durante este tiempo balbuceaba algo que los que le cuidaban entendieron que decía Lucifer, lo cual se regó en el pueblo, a tal punto que se creyó que el diablo había cometido este crimen. Cuando la policía de Soritor se enteró de este caso, se hizo presente en La Habana y sin realizar mayor investigación aceptó la versión de los pobladores y envió el atestado respectivo al juzgado de primera instancia de Moyobamba.

El juez, que muy poco creía en el diablo, no aceptó esta versión, por lo que en uso de sus atribuciones solicitó al comando policial que se practicara una investigación a fondo de este caso, lo cual se hizo y se descubrió que quienes habían perpetrado este execrable delito fueron dos hombres, uno de ellos llamado Israel, a quien la viuda había rechazado para casarse con Juan Reynaldo, y era ese nombre lo que balbuceaba el agonizante, pero como lo hacía de manera casi ininteligible, se sospechó que mencionaba al diablo mayor.

Si bien el caso se resolvió y se aclaró, quedó en el pueblo como anécdota el hecho de haber acusado a Lucifer por un crimen que no cometió.

(Carlos Tafur Ruíz)

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