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Opinión: El fin del mundo


El fin del mundo: ¿Cuándo llegará? ¿Cómo será? El fin del mundo fue ayer, el fin del mundo es hoy y será mañana. Cada ser humano es un mundo. La vida del hombre es tan efímera, que setenta u ochenta años pasan como la brisa de un atardecer, sin sentir. En comparación a la vida del planeta Tierra, la vida del ser humano es insignificante en función al tiempo; en cambio, el paso del hombre como habitante de la tierra, en su corto periodo de vida, deja grandes huellas funestas que atentan contra la naturaleza de la tierra y la vida de las futuras generaciones humanas.

   El fin del mundo estamos construyendo cada uno de los seres humanos, con nuestras vidas desordenadas. No es que Dios dictaminará la catástrofe de la tierra; no está quitando el agua; no está restringiendo el oxígeno que respiramos. No es que Dios está quitando el suelo donde producimos los alimentos; no es que está eliminando las plantas de la faz de la tierra; no es que  está eliminando de a pocos los animales silvestres que son parte de nuestra dieta alimenticia. No es que Dios está contaminando los ríos con excretas humanas, está envenenando los ríos con insecticidas, está invadiendo los ríos con botellas plásticas, está contaminando los ríos con excedentes mineros, con excedentes petroleros. No es Dios quien llena de humareda el cielo provocando la perforación de la capa de ozono. ¿Quiénes hacen todas estas atrocidades atentatorias a la vida?

   Actuamos en el transcurso de nuestra corta vida como autómatas, en carrera desenfrenada a la consecución de acumulación de riquezas; en esta loca corrida, los humanos se olvidan que tienen un norte definido, que su vida forma parte de la naturaleza. Significa que el medio ambiente siempre debe ser sostenible, porque en ese medio vivirán las demás generaciones. De lo contrario, con el actuar equivocado, hacemos todos los esfuerzos para que en el breve plazo llegue el fin del mundo, cuando no haya suelo donde producir los alimentos, ni plantas que nos den el oxígeno que respiramos, ni exista agua para beber, porque todas las fuentes (ríos, quebradas, riachuelos) han sido envenenados, contaminados con excretas de los mismos humanos, con plásticos, vidrios, metales, restos de actividades mineras y petroleras; cuando no hay animales silvestres para la alimentación, cuando el cielo azulino se convierta en humareda permanente y en vez de respirar aire puro, se respire anhídrido carbónico junto a hollín pegajoso. ¿Qué harán los pocos seres humanos que generación tras generación se han preocupado solo en acumular masas inmensas de dinero? Se alimentarán de monedas, respirarán monedas, beberán monedas. Ese es el fin del mundo que estamos construyendo, con cada acto que hacemos. Todos los actos mafiosos, de corrupción, solo tienen el propósito de acumular dinero, de catalizar la llegada del fin del mundo ¿Podremos ser diferentes? Solo hay un camino que nos conduce a ser diferentes: Dios.  

 (Luis Ordóñez Sánchez)

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