Sangama, de Arturo D. Hernández
Escribe: Miuler Vásquez.
Hace unos días se puso en contacto conmigo Antonio Landeo Vega, director y productor de la película Sangama, rodada hace más diez años, pero aún próxima a estrenarse este 2021. Luego de coordinar con Antonio algunos proyectos relacionados con la literatura y el cine amazónico, aproveché para ver el tráiler que circula en YouTube, donde resaltan los actores Reynaldo Arenas (Sangama) y Jonathan Pellegrinini (Abel Barcas), este último con residencia en Iquitos. La noticia del tan ansiado estreno, para quienes amamos la literatura amazónica, es un suceso sin precedentes, así se lo hice saber al productor. No es para menos. Sangama, la novela más difundida del célebre escritor amazónico Arturo D. Hernández, publicada por primera vez en 1942 y de mucho auge en los años posteriores en Europa y otras latitudes, es una verdadera obra de arte. Como era de esperarse en el Perú, y por ser el autor oriundo de un rincón de la Amazonía profunda, la trascendencia en su patria le fue esquiva; no obstante, tras el empuje de dos intelectuales de la época, Estuardo Nuñez y Ventura García Calderón, Sangama se publicó en el Perú en varias ediciones.
Estuardo Nuñez, en las presentaciones que hace a las
obras Hernández, se refiere a él como a un escritor que ha sabido recoger las
anécdotas propias de la Amazonía; me atrevo a pensar dándole más mérito a su
condición de amazónico que de escritor, lo cual, es evidente, no le hace
justicia alguna, porque Sangama es mucho más que sus tramas cinematográficas;
es más que la historia de amor que envuelve a Abel Barcas y a la hija del
protagonista; mucho más que las intrigas y misterios de sus personajes, de por
sí envolventes y genuinos. El escritor y estudioso Ángel Gómez Landeo juzga con
acierto que la novela Sangama representa una utopía andina en la Amazonía. La
afirmación anterior parte de una leyenda basada en la restauración del
Tahuantinsuyo, cinco generaciones después de la caída del imperio incaico. Esta
información se encuentra en el capítulo 26 del libro, en donde Sangama narra su
filiación con un noble de la raza imperial y cómo llegó, al igual que su abuelo
y su padre, a obsesionarse con la búsqueda de un ídolo de oro, representación
del dios Huiracocha. A partir de este punto, a mitad de la novela, recién se
conoce el trasfondo de la historia.
Según información recogida del prólogo y otras
fuentes, la novela Sangama se tradujo y publicó en Europa y Norteamérica,
gracias al impulso del escritor, crítico y diplomático peruano en Francia,
Ventura García Calderón, quien, además, narra el encuentro con el autor en la
plaza de Iquitos. «Cuando lo conocí en Iquitos, en 1949, me dio a leer el único
ejemplar restante de su novela SANGAMA, que me entusiasmó en seguida por su
perfecta visión de nuestras selvas», refiere el diplomático, en cuyo escrito
además cuenta las peripecias surgidas en el afán de tomar ayahuasca.
He tenido el honor de editar la novela después de
muchas décadas, gracias a la amabilidad de Ricardo Hernández San Martín, hijo
de Arturo D. Hernández, de quien estoy muy agradecido.
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