Los cuentos y poemas de «Selva del alma mía»
Escribe: Miuler Vásquez.
Lucio Córdova, docente y artesano, escribió los cuentos de este libro a raíz de diversas indagaciones respecto a creencias e historias increíbles que solo pueden recogerse de los pueblos más ignotos de la Amazonía. Según sus propias palabras, tomó notas de diversos acontecimientos insólitos en toda la extensión de los centros poblados, caseríos o localidades, de Bellavista y El Dorado, provincias de la región San Martín. Esta recopilación la hizo en una época en la que realizaba actividades agrícolas, donde era necesario utilizar el sistema “choba choba” (trabajar en grupo) para conseguir los objetivos. Con la fortaleza de un agricultor y el alma de un futuro escritor, Lucio fue recogiendo esas fantásticas historias de este libro que ahora nos deleita el corazón. «En los momentos de reposo, abastecidos del delicioso mazato y de la chicha fermentada de maíz, el deleite de escucharlos era inspirador», me comentó el autor hace poco, refiriéndose al léxico, mitad castellano, mitad quechua, de sus interlocutores de entonces.
De todas las historias que solía escuchar Lucio, las más fascinantes para su gusto eran aquellas que tenían que ver con los animales. En ese tiempo la caza no representaba un peligro para el medio ambiente, había abundancia en el monte y los jefes de familia, por ende, siguiendo la tradición de sus ancestros, eran cazadores y pescadores natos. La caza y la pesca, desde la perspectiva del escritor, no solo servía para la subsistencia de las familias. Los escenarios en los que se desarrollaban estas actividades de rutina, es decir, las noches largas de espera en las colpas, o las travesías a la vasta montaña en afán de conseguir el mitayo, o el adentramiento a lagunas misteriosas en busca del paiche u otros peces amazónicos, eran, por así decirlo, el campo de concentración donde se reunían las más fantásticas e increíbles historias que solo Lucio, el amigo entrañable, el que supo mimetizarse con humildad sincera, sabría sacarlas a la luz. Con el mayor de los entusiasmos, joven, fuerte, recién casado, recorrió el valle del Sisa y sus caseríos aledaños, desde la zona de Florida, Mercedes, Huacho, Huingoyacu, Fausta, y del lado de la orilla del río Sisa anduvo por Peruaté, Centroamérica, Consuelo y San Pablo. «Fue una grata experiencia de convivencia. Me inspiré en lo que me contaron mis grandes amigos», me refirió Lucio al respecto.
La idea de publicar «Selva del alma mía», surgió después de ser galardonado con en los Juegos Florales con los
dos primeros puestos, en poesía y cuento, el año 2012. En palabras de Lucio: «Los amigos me animaron para desempolvar los apuntes, escribir y hacer
este libro. Contiene cuentos y poesías basados en personajes míticos».
Dos de los cuentos refieren
acontecimientos sobrenaturales relacionados con sirenas. El autor, hasta ahora,
tiene la certeza de que se trata de historias verdaderas. Aquí lo referido por
él: «Las sirenas se enamoran de
los jóvenes y se los llevan. Tengo dos cuentos que hablan de eso, dos
vivencias. El primero ocurrió en Centroamérica. Un joven fue secuestrado por
este personaje y luego fue devuelto en una playa del río. Todo el pueblo lo
buscó hasta encontrarlo, fue un suceso muy comentado en su tiempo, hay testigos
que pueden dar fe de lo sucedido. El segundo caso ocurrió en José Pardo. El
protagonista fue un joven que también regresó a salvo. Aquí, incluso, seguí de
cerca todos los acontecimientos, hablé con los involucrados directos para que
me cuenten los detalles de este trance fantástico y así obtuve una versión
fidedigna de esta sonada historia que todo poblador del lugar conoce».
«El renaco», «El regreso» y «El conejito que aprendió a volar», son cuentos que inspiran. Se forjaron con la experiencia de su largo
caminar, pero también, tal vez, con la añoranza de los buenos tiempos de su
niñez. En lo particular, «El conejito que aprendió a volar» me parece una creación literaria de primera, espectacular. El cuento es
un canto a la perseverancia, un himno que reza: «lo imposible es posible y está en ti lograr lo que te propones». Esta historia es ideal para contarla o leerla a un niño de tres años o
más, me consta porque a mi hijo le agrada. Ya el lector inferirá de qué trata
con solo leer el título.
Otro de los cuentos de
libro es «Shushupi macho» que narra con detalle el enfrentamiento entre esta serpiente venenosa y
el hombre, ambos dotados de astucia e ira.
El libro también contiene
hermosos poemas inspirados en los ríos y en los bosques que ya no existen. «En aquellos tiempos», comenta el autor en una presentación en la Feria del Libro Amazónico,
publicada en Facebook, «la vegetación era abundante en las márgenes de la carretera que iban
desde Tarapoto a Juanjuí. El bosque era abundante en ese tiempo, a diferencia
de hoy que no existe. Los ríos eran inmensos, el Sisa, el Cumbaza eran
inmensos. Hoy los ríos están contaminados con aguas servidas, sin agua, ya no
son los de antes. En los años 80 se pescaban carachamas, potoches (cangrejos de
río); yo he vivido esas experiencias. Con mi esposa, recién casados, nos íbamos
al río, y con lo que se pescaba se preparaba un caldo de pescado o de cangrejo
(chilcano, como se le conoce, y en la selva se dice timbuchi), espectacular. La
selva era un paraíso; pero todo eso ya queda en la historia, en el olvido.
Estas vivencias las plasmo en mi poesía. También hay, por supuesto, poemas
románticos».
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