JAMES JOYCE y su novela ULISES



JAMES JOYCE (1882-1941)

Escribe: Oswaldo Gonzaga Salazar

Gran parte de la crítica especializada coincide en que esta gran novela es la mejor del siglo XX.
Sin tratar de restar méritos nos parece una desproporción, ya que no dicen por lo menos “LA MEJOR NOVELA EN INGLÉS DEL SIGLO XX”.
Sin embargo notamos que la demasiada exaltación es más que todo debido a la maestría narrativa de JAMES JOYCE, ya que en él utiliza y crea por primera vez variables novedosas y originales técnicas nunca antes utilizadas por escritor alguno. Revolucionó y enriqueció la técnica de novelar (1922). Ahora en nuestra época podemos ya fácilmente hablar por ejemplo del monólogo interior, el racconto, la caja china, el dato escondido, el contrapunto, los vasos comunicantes y otros que superan el número de quince.
Y que todos ellos no constituyen una simple moda, sino más bien son una vital necesidad intensa y profunda de expresión para comunicarse con el lector.

ARGUMENTO 

Los hechos de la novela suceden durante un día. En medio de un sinnúmero de episodios, pero que guardan una concreta unidad de acción, el ULISES cuenta lo que le ocurre a Leopold Bloom y a Stefen Dedalus el día 2 de junio de 1904 desde las 8:00 de la mañana hasta las 2:00 de la madrugada del día siguiente. El relato continúa con un apéndice expresado por MOLLY BLOOM (esposa), desde las 2 hasta las 3 de la madrugada en forma de un extenso monólogo interior —por ratos en el semi-sueño—, con lo que culmina la obra.

¿POR QUE ULISES? 

Es de todos conocido este personaje homérico de la épica griega. Desde los 12 años le fascinó a JOYCE la figura de ULISES y veía en él, el tema más humano de toda la literatura. “LA ODISEA” lo presenta como el más ordinario de los “héroes griegos”; recordemos:
El no buscaba fama ni gloria.
Se vio obligado a marchar a la guerra (aunque jugó un rol preponderante y clave) en la toma de Troya.
Nunca quiso ni se interesó por la inmortalidad.
Era el más común de los guerreros, que se mezclaba con la masa a pesar de ser rey.
Rechazó a la maga Circe, prefiriendo salvar a sus soldados.
Era el más común de los mortales. 

Este personaje le sirvió de modelo a James Joyce para crear el suyo en la figura de Leopold Bloom. Aunque no le nombró como “Ulises Bloom en Dublín”.
Pero el simbolismo es evidente: la Odisea de Leopold Bloom se desarrolla en Dublín (Irlanda) y los episodios implican hechos más bien vulgares en los que el autor descargaba sus vivencias. Igual son los escenarios:
Escuelas e iglesias.
Bibliotecas y redacciones de periódicos.
Tiendas y salas de concierto.
Cantinas y casas de prostitución.
En estos ambientes se mueve este personaje:
Es ordinario y singular a la vez.
Carnal y espiritual.
Cómico y patético.
Un judío desarraigado —aunque arraigado en Irlanda y casado con Penélope (la cantante Molly Bloom). Además es engañado por ella. Así su ULISES constituye una continuación de la odisea, una odisea moderna.

El lector se va dando cuenta de que el héroe es poco heroico en el sentido tradicional de la palabra; es más: representa a un antihéroe como los personajes de las novelas picarescas, que en determinados momentos llegan hasta lo caricaturesco, el sarcasmo, la burla cruel, lo irreverente y hasta la fina ironía; así expresa James Joyce críticas acerbas y sátiras contra el puritanismo inglés, se burla de lo que la sociedad considera sagrado y desenmascara la hipocresía moral.
Pone en tela de juicio lo que es considerado divino y lo demoníaco, la cucufatería y los tabús sexuales (nótese que Freud todavía no irrumpía con fuerza, con la teoría psicoanalítica).
La censura no se hizo esperar de una sociedad anticuada y represiva, amiga de la mentira, los crasos prejuicios y sin visión de futuro; pero, contra viento y marea el autor siguió adelante, todo en este Dublín banal y sórdido del 1904 como el centro de un escenario, un microcosmos, imagen del mundo y su época en su totalidad.
Stefen Dedalus encaja en el corazón de la obra. Entre analogías y correspondencias simbólicas, visto como Telémaco, el hijo que nunca tuvo Leopold Bloomy que en buena parte de la obra aparece como su alter ego, sobre todo con rasgos de lo que él fue en su juventud: ex-jesuita e inspirado poeta .
Cabe reparar en el influjo que ejercen en Joyce las mujeres a través de Bloom: mujeres pérfidas, perversas, lúbricas, sádicas, monstruos todas ellas. Pese a todo ello, su visión del amor es radiante, refulgente.
Vemos en ULISES retratado al hombre moderno con todos sus pro y sus contras, sus vicios y pocas virtudes, desnudo, desmitificado, despojado de sus ilusiones, sus imágenes, sus imposturas, en donde Joyce exige “que despertemos de la pesadilla de la historia”.//

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