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Libros: Gritos del bosque
Gritos del bosque y otros versos (poemario)
Autor: Darwin Córdova Vásquez
Contacto: darwinco_81@hotmail.com
Es de anotar que la mayor cantidad de sus 37 composiciones en verso se dan en el contexto amazónico, razón por la cual sus personajes y el medio ambiente entrañan toda una gama de la Región Verde que, como una acuarela artística, está bordada.
"Cuando todo era alegría –afirma– y el sol salía para todos… cómo añoro aquellos tiempos idos".
El amor no está ajeno en él, pues de la misma manera en que se enfrenta a los rigores medioambientales, con la misma fuerza ensalza a la mujer tomando la apariencia de una sirena cuando dice: "una mujer se asomó de entre las aguas / dejando a flote su escultural silueta…".
Y siendo que al parecer todo se da conforme a un diseño preestablecido bajo el aura de una aurora secular, de pronto "el viento ha cesado, las aves se alborotan / la tierra está vibrando, hay árboles caídos…". La destrucción del bosque es un incendio que avanza sin control ni medida ante el clamor de los seres vivos que la pueblan y que exigen ¡no más devastación!
La selva ha cobijado a cuánto migrante llegó a sus orillas desde hace un medio siglo, sin embargo el pago surgido de todo eso es calamitoso. Nuestro autor denuncia esta barbarie dada por propios y extraños cuando exclama con remordimiento: "¡Ayahuita, hombre cruel / ahora te muestras ingrato, después que te alojé en mis brazos!"
Y luego se encarga de hacernos recordar que tal extremo innegablemente arrastrará un castigo que la misma madre naturaleza se encargará de facturarnos: "dejaste de cortar los pocos árboles que quedan, / ah, con razón, ahora escucho tus lamentos y súplicas".
Su denuncia es descarnada: "ríos sin peces, hombres sin sueños / tierras sin bosques… ¡la naturaleza está agonizando!". Su advertencia nos llega sin recatos ambivalentes: "el enlutado cielo ya no engendra lluvias".
Darwin no es un hombre triste. Las circunstancias clavadas en el corazón, y que lo han marcado para siempre, le dejan un espacio para deleitarnos con la lira de sus versos: "exuberante bosque tropical / verdor de un tramo, azul hasta el cielo". O para volver a ser niño en las alas del tiempo bajo la protección del entrañable abuelo: "tus palabras, tus consejos / eran savia y alimento / hasta ahora los recuerdo"
Indudablemente que nuestro autor no es fatalista. En medio de esa vorágine ausculta la terrible realidad y nos da una salida cual si después de una enfermedad atináramos a soliviantarla utilizando nuestras propias herramientas, nuestro raciocinio: "un viejo árbol… adornando sus ramas / cuajarán en frutos mañana / esperando repoblar". "mira la luz de los abuelos y de los maestros que fueron buenos / …y compártelo con el mundo, ¡el despertar es ahora!".
Como todo poeta, Darwin es soñador que cae, atiza y se levanta amando, sufriendo, añorando, insuflando…
La voz de su pluma estoy seguro que perdurará como los vientos frescos del bosque al que tanto ama y del cual trasluce su vida y energía.
Escribe: Gavino Quinde Pintado
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