Opinión: Cultura de exclusión


 Cultura de exclusión y segregación del Perú en su educación

                                         
Por Carlos Villacorta Valles

Desde la década del 90 del siglo pasado, la educación en el Perú formalmente  ha pasado a ser una mercancía. La educación ha dejado de ser un derecho. Ya no es esa práctica de enseñar y de aprender, sino qué enseño para ganar y acumular dinero. Así se llama el nuevo modelo de la educación en el Perú: qué enseño para ganar dinero.  Por esa razón las “competencias”, se les pone instituciones educativas y se deja crecer como hongos los colegios privados. En ese sentido la educación peruana es políticamente e ideológicamente antidemocrática, antiética y antihumana. No se define por los sujetos que atiende, sino por los niveles de ganancia que pueda generar. Por esa razón también se instrumentaliza la mente de los chicos para ganar en los concursos de Pisa o de quien sea. Sin importar los daños sicológicos de los excluidos del concurso. Sutilmente siempre ha sido así, pero ahora, con descaro y en extremo.
Esta orientación viene del imperio capital a través de su instrumento llamado UNESCO, quienes el 4 de diciembre de este año 2014, sin ningún empacho en su informe señalan que “En América Latina y el Caribe, la cobertura y el acceso a la educación han alcanzado un progreso considerable y reconocido internacionalmente. Sin embargo, esto no es suficiente para cumplir con el derecho a la educación. Este derecho consiste en tres elementos: el acceso a una escuela, el derecho a aprender y escuelas inclusivas” (resultados TERCE: Tercera Evaluación Regional de la Calidad Educativa). Quiere decir que si no apruebo la evaluación que ellos imponen pierdo mi derecho educativo y, ¿a eso le llaman escuelas inclusivas? ¡Qué tal raza! O cultura de control de mentes a través de la evaluación.
Cultura de la exclusión y segregación, son por ejemplo la construcción de “colegios Mayores” para estudiantes con alto rendimiento (COAR), culto a las élites y los privilegios en desmedro de las grandes mayorías, sembrando y justificando en las mentes de los chicos y nuestro pueblo la existencia de clases dominantes y dominadas, ¿esa será la función y obligación del Estado mal usando el dinero de todos los peruanos? ¿A dónde fue la inclusión? El respeto a la diversidad y el interaprendizaje y las escuelas comunitarias que tanto hablan los gobiernos de turno ¿Acaso inclusión es el éxito de una minoría que se les tiende el manto de la felicidad del triunfo contra una gran mayoría que lejos de darles más apoyo se les tiende el manto de la amargura y el fracaso mellando su autoestima? Su otro nombre sería: apartheid cultural.
Las necesidades especiales no sólo son los que tienen problemas físicos o mentales, sino también son de género y de talento que, la sicología científica y la pedagogía moderna nos enseñan que deben ser atendidas NO en forma exclusiva, sino que debe interactuar con todos. Sólo al segregacionista y  genocida apartheid sudafricano se le ocurrió decir y practicar que “las necesidades son diferentes y es mejor atenderlas por separado”. El Perú está cayendo en estos extremos porque se “desarrolla económicamente” y no culturalmente. Porque conviene a los intereses personales de los privilegiados, y quieren justificar la existencia de esas élites privilegiadas por todos los medios: Cultura de privilegios.
También es cultura de la exclusión y segregación, las evaluaciones sólo para docentes para “aumentar sus salarios” y “permanecer en sus puestos”, privilegiando a las demás autoridades educativas que no están en sus cargos por “meritocracia” que se aumentan sus sueldos cada vez que les da la gana. Ahora por ejemplo, en forma perversa se publicita por todos los medios de comunicación, utilizando lo más sensible del ser humano en este sistema que es la necesidad económica, que el gobierno dará un bono de S/. 18 mil soles a los docentes que ingresen a la Carrera Pública Magisterial ocupando el tercio superior en el orden final de mérito de los concursos públicos de nombramiento convocados por el Ministerio de Educación, para el Año Fiscal 2015. Bueno sería que las evaluaciones fueran limpias y justas. Las amañadas y amarradas evaluaciones en este sistema son excluyentes y segregacionistas. Se nos está acostumbrando a la cultura de la exclusión y segregación con la engañosa y falsa “meritocracia”. “Meritocracia” para los de abajo.
Es cultura excluyente y privilegiada, cuando se deja laborar por larguísimo tiempo en las Áreas culturales de las instituciones públicas, a los mismos personajes, llámese municipales, regionales, etc., sin ninguna justificación al talento. En el caso de nuestra Región San Martín, tenemos una importante división denominada PROYECTO CULTURAL, que tiene buenas proyecciones según su página Web: http://www.regionsanmartin.gob.pe/proyecto-cultural/, como por ejemplo: “Implementar políticas culturales distritales”, que existen pero que no funcionan, conforme a los propósitos creados. Por ejemplo la “Implementación del Fondo Editorial Regional para las producciones artísticas e intelectuales de los sanmartinenses: Selección y edición de obras literarias”, “Encuentros nacionales de Literatura Amazónica”. Para ser generosos, poquísimo se ha hecho, o casi nada, y eso que su dirección esta dobleteándose los períodos de trabajo. En san Martín han aparecido talentos en producción literaria y cultural, ¿por qué se los excluye? ¿Por qué no se los llama? El ejemplo del escritor Miuler Vásquez González es elocuente, de Christian  Marquina A., Javier Rengifo Hidalgo, por poner algunos nombres que conozco de su trabajo. Miuler prácticamente es un embajador de la cultura en San Martín y Javier Rengifo en Moyobamba es toda una “Montaña cultural”. No excluyan a la población civil por razones políticas que es una de las peores formas de exclusión y segregación del talento.
Todo está claro entonces lo que se pretende con la educación, se la usa como instrumento para justificar que “el mercado lo decida todo”, como si no supiéramos  que quien decide son los pocos dueños del mercado. Para justificar la cultura del privilegio y fortalecer el oportunismo individualista y egoísta, que son valores principales que promueve el sistema capitalista que vivimos.
Para quienes seguimos creyendo en la necesidad de cultura, cultura y más cultura y, por cierto en un nuevo modelo de sociedad, pensamos y sentimos que este tipo de política segregacionista debe llegar a su fin, que se cumpla lo prometido, planificado y financiado: una práctica cultural y educativa inclusiva. En todo caso, la población civil está en todo el derecho de indignarse y tener sentimientos críticos contra las malas gestiones. //

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