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Cultura y arte
CULTURA Y ARTE EN NUESTRAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS Y EN NUESTROS PUEBLOS
La cultura: la literatura, la música, el teatro, el arte en general, actualmente están reducidos al “gusto” y la “estética” en el mejor de los casos. En el peor de los casos, siendo lo mayoritario, sometidos al papel de instrumentos de alienación de nuestros niños y jóvenes, con moldes y contenidos ajenos a nuestra realidad y del mundo andino y amazónico en particular.
Las instituciones educativas están llenas de alienación y dominación cultural extranjera, muy alejadas de la búsqueda del “mejoramiento de la calidad de la educación” que tanto pregonan buscar; aprendiendo historias de princesas encantadas en libros que están muy alejados de las experiencias directas, sin el amor a lo suyo. Indiferentes a las necesidades y problemática local. Adoptando un carácter depredatario de nuestra cultura regional. Más aún, cuando en las celebraciones de las fechas cívicas el 80% de números artísticos son ajenos a nuestra realidad cultural local. Actividades culturales en la selva por ejemplo donde es inexistente la historia regional, donde se ignora al bosque y lo nativo u originario. En ese sentido, son medios importantes para la adaptación y defensa del sistema, abiertamente comprometidos unas veces y veladamente escondidos otras veces.
Por otro lado, nuestros pueblos no salen todavía de su ensotanamiento que les mantienen en el fatalismo, el pesimismo, los prejuicios y la resignación, porque su arte supuestamente progresista y su cultura solamente lo llevan a círculos cerrados de amigos o simpatizantes, en fechas y lugares mayormente exclusivos del centro de la ciudad, lejos muy lejos de los barrios, los centros obreros, las comunidades rurales, los asentamientos humanos y las organizaciones populares; lejos muy lejos de las masas populares.
La narrativa, la poesía, la música deben volver a cantar la vida de nuestro pueblo, sus alegrías y tristezas, sus limitaciones y debilidades; y sobre todo la forma y el anuncio de cómo salir de la situación en que se encuentra.
Es hora que el arte se ponga nuevamente al servicio de la lucha ideológica, política y organizativa de millones de seres humanos excluidos del sistema. Arte que sin perder su belleza y buen gusto, tenga un alto contenido cultural- educativo para sensibilizar, desarrollar el sentimiento de amor a lo nuestro y elevar la conciencia a favor de una sociedad mejor. Que el artista sienta el regocijo de ser el medio que revienta las manos que maltratan las voces destinadas a la vida justa y equilibrada.
Insistiendo en que, ninguna clase poderosa y controladora puede ejercer su poder en forma duradera sin ejercer al mismo tiempo su dominio y hegemonía cultural a través de todos sus aparatos ideológicos, sean estatales (instituciones educativas) o privadas (TV).
Insistiendo también que cultura incluye todo lo que el hombre crea y manifiesta con su lenguaje, literatura, arte, costumbres, conocimiento, instrumentos, sueños, ideales, filosofía, instituciones de todos los niveles, reitero, desarrollando conciencia que contribuya por una mejor sociedad.
Hacer que la literatura: narrativa, poesía, música, pintura, cuento popular, teatro y el arte en general, en las instituciones educativas, se conviertan en poderosas fuerzas de sensibilización y educación que contribuyan a desmontar esos programetes televisivos embrutecedores que hacen que miles y miles de estudiantes vivan en la ignorancia y la indiferencia de lo que verdaderamente nos sucede.
El teatro y también el cuento popular teatralizado o dramatizado; deben mostrarnos el gran mar de nuestro pueblo agitado, deben ir a lo más profundo y pintar y mostrar el sistema injusto que vivimos y también pintar y mostrar la nueva sociedad que en lucha permanente y de toda la vida debemos conquistar. Ir a las fábricas, barrios populares, asentamientos humanos, organizaciones populares, comunidades andinas, costeñas y selváticas, congregando grandes masas populares, para mostrarles y hacerles conocer con exactitud y sensibilidad quienes son los enemigos de nuestra cultura popular. Mostrar donde residen nuestras verdaderas debilidades que no nos permiten llevar hasta el fin nuestras luchas de liberación.
Expresar los sentimientos de las masas que sufren siglos de servidumbre, abusos, hambre y miseria, enfermedades y muertes por causas curables que nos ocasiona la sobreexplotación, la exclusión y el sometimiento que deja que el resentimiento y el odio se acumulen como grandes montañas que generalmente se derrumban sobre nosotros mismos. Expresar las causas y cómo salir de ellas.
Nuestro arte y nuestra cultura no pueden seguir lanzando suspiros al aire, si bien hermosos, pero impotentes, anodinos e inofensivos. Contener y superar la ofensiva ideológica reaccionaria de llamar anticuado, caduco, arcaico y pasado de moda a las nuevas ideas que luchan por una sociedad mejor. Hay que sacar a las masas de su casi completa apatía, que aprendan a juntarse, agruparse en organizaciones masivas de miles y millones de luchadores sociales honestos y leales que desmonten al capitalismo y forjen la nueva sociedad, justa y equitativa. El arte es un poderoso motivador de sentimientos.
Practicar teatro popular en las instituciones educativas, porque es un poderoso medio que posibilita y facilita la comunicación entre el maestro y sus estudiantes. Es la acción más completa que permite que el estudiante exprese corporal y emocionalmente todas sus convicciones e incentiva el fomento de su imaginación, creatividad, el mejoramiento de su lenguaje y la superación de todos sus prejuicios y temores, creándole poderosos antídotos en contra de las varias formas alienantes del cine y sobre todo de la TV que sólo contribuyen a distorsionar la realidad.
Si hablamos de nuestra selva en particular, -o de cualquier comunidad rural o urbana- diremos que la cultura nativa es la mayor fuerza y riqueza espiritual, creadora de una ciencia, un arte, una técnica y una concepción de vida en total armonía con su entorno que deben ser informadas y practicadas tanto a nivel de nuestras instituciones educativas y de nuestros pueblos y también respetadas y potenciada por cualquier política de desarrollo regional o nacional. Deben las políticas culturales aplicarse en consonancia con nuestro contexto y la cosmovisión de nuestros pueblos originarios. El progreso científico, técnico y material si se quiere, no debe depredar nuestra cultura originaria, por el contrario debe desarrollarlo, debe armonizar cultura originaria y modernidad, por ejemplo, no debe desaparecer el número de quechuahablantes, sino aumentar; no debe retroceder la medicina natural, sino avanzar. A los que controlan el poder económico no les conviene y jamás harán algo que contravenga a sus enfermizos intereses económicos, pero el pueblo organizado si puede defender su cultura. Mientras no se armonice el progreso científico, técnico, económico con el respeto y progreso de nuestra cultura ancestral, el pasado siempre constituirá el 60% de nuestro controvertido presente.
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