Versos

José Juan Crispín Ramos (1985)



El JINETE DE NUBES

Con el turbante de un beduino errante
galopa el jinete de nubes,
arponeando monstruos del cielo gris
guiado por una bandada de palomas fusiformes
en un día anodino.
Las letanías del hombre son esculpidas
por los ojos del viento
como calcinados huesos de espanto.
Ya los herejes han fortificado sus corazones
           /anoréxicos
con ira y encanto,
tocando la gaita de los dioses eunucos.
Los amantes inmortales
miran con regocijo y desdén
las estrellas que han creado
en los confines de sus deseos estibados.
Todo se reduce a un suspiro
a un despertar
a una melodía ensoñada
a un ser transfigurado en otro rostro.


NO HAY MUCHA DIFERENCIA

Los árboles tanáticos en el cielo sin voz.
Las consternaciones trepidantes.
La desidia de tu calor adentrado en un túnel sin
       /salida.
Mi existencia sin aliento
pasándome las secuencias de un suspiro
por el centro de mi dulce manía
por la hoja del cuchillo sobre mi cuello irresoluto
como un árbol plantado en otro hábitat.

Descanso solo en las garúas del invierno,
por la ciudad de los dementes vástagos,
con la vida que es muerte,
de la sangre con que escribo,
mi basilisco del tormento en el paraíso perdido
que espero encontrar encontrándome.


LA HORDA

La horda mira el asfalto,
espacio tremebundo
que aterroriza
a cualquier desquiciado.
Ráfagas de miradas se amotinan
contemplando la noche en su esplendor,
entonces
las cavilaciones empiezan encenderse.


DESPIADADO

La noche me envuelve
con su suave  y despiadado manto,
mientras las criaturas nocturnas se afligen
como yo.


TIEMPO  / ESPEJO

Hoy me veo en el espejo tiempo, cimiento de la palabra clamor, estruendo de las lágrimas, vacío profundo de las almas.

Tiempo espejo,
cualiforme,
rebrote de una llaga.

Los dardos son heridas en mis ojos: hambrientos, fálicos / muchedumbre hambrienta, bonanza de hambre, repertorio miedo, costumbre adormilada / desborde de mis manos por tus manos, repentina
aguda muerte.

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