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Personaje ilustre: Khalil Gibran



Khalil Gibran  / Máximo exponente de la poesía mística

Obras. “El profeta”, “Jadil el ateo”, “Juan el loco”, “Alas rotas”, “Los espíritus rebeldes”, “Arena y espuma”, “Una lágrima y una sonrisa”.


Semblanza biográfica

(1883 -1931) “El profeta”, la obra cumbre del genio libanés, coloca a Gibran como uno de los más grandes exponentes de la poesía mística de todos los tiempos.

Nace en Bisharri - Líbano, en el seno de una familia pobre de tradición católica moronista de cuya fe su abuela fue sacerdote.

Era un tanto retraído, pero muy destacado, de una gran agudeza intelectual. A los 10 años ya recitaba de memoria los salmos de David.

Las penurias económicas hicieron que parte de la familia emigre a USA (Boston). Poco después regresó a Beirut donde estudió árabe y francés. A los 15 años ya tenía en mente su obra “El profeta” que le abriría las puertas de la fama y el reconocimiento mundial. Sueña en volver a América y lograr fama y prestigio para después instalarse definitivamente en el Líbano.

Entre grandes privaciones e intenso trabajo, se debate en la pluma y el pincel, con gran fe en sí mismo, en pos de su realización artística, a la que contribuyó el oportuno y valioso apoyo de Mary Haskell que lo animó a escribir en inglés y estudiar en Paris, lo cual hizo entre 1908 y 1910. De regreso a Boston, se instala en New York, donde publica “La procesión” (versos en árabe e inglés).
Dos años después (37 años) publica la obra “El profeta”, convertida en best-seller internacional durante 40 años.

En el siguiente lustro alcanza la cima de su fama y su producción artística. Su obra es conocida en el mundo árabe igual que en los sectores más cultos de habla inglesa.
Su primer libro en inglés fue “El loco”.

En 1920 apareció “La tempestad”, obra en la que la influencia del poeta francés Valery y del filósofo alemán Nietzsche es notoria. También publica ese mismo año, “El precursor”, donde sella su anti-dogmatismo.

 Ya al final de su trayectoria publica “Jesús el hijo del hombre”.

Muy enfermo, sin embargo, se esfuerza por legar a la humanidad lo mejor de sí mismo cristalizado en literatura y en pintura. Pasó los últimos años de su vida entre dibujos y esbozos de sus obras.
Murió a los 48 años cuando se encontraba en una etapa de gran madurez y mucho se esperaba de su talento artístico.

Envuelto entre las banderas norteamericana y libanesa, sus restos fueron llevados a su país. El pueblo alborozado recibió a su poeta nacional por encima de todo su cosmopolitismo. Hoy en día su tumba es lugar de peregrinación de todos los que creen en la unidad pacífica en el reino del amor.


Obra poética

El profeta”. Es la obra más popular, famosa, y emblemática del poeta libanés a tal punto que en cierta oportunidad afirmó que hubiera preferido no haber escrito ningún otro libro. Por supuesto que es una exageración; pero fue, quizás, para darle mayor realce a la calidad de esa creación, porque toda su obra es una mezcla de lirismo y misticismo, del uso de formas delicadas y pensamientos elevados y profundos. Cuando lo publicó, el mismo se encargó, como dibujante y pintor que también era, de ilustrarlo con 12 dibujos de clara concepción mística.

La profetiza Almitra pide a Almustafá el profeta, antes de su retorno a su isla natal, que comunique al pueblo su sabiduría. Almustafá diserta acerca del amor, la justicia, la muerte, el matrimonio, la tristeza y la alegría, la religión, el trabajo, etc.

Cada frase poética es profunda y sentenciosa y guarda una total fidelidad en la tradición del pensamiento árabe. Esta obra pertenece a aquellas que expresan los elevados valores del humanismo. Por eso se ha dicho que es el fruto de un espíritu universal y cosmopolita, abierto a las interrogantes y los más grandes avatares del hombre. La depuración y condensación de cada sentencia nos recuerda a los versículos bíblicos de Salomón. “El arte ―djo― debe ser una comunicación directa entre la imaginación del artista y la del observador”.

Sin embargo despertó críticas opuestas: “mientras unos ven sus pensamientos peligrosos y nocivos para los jóvenes, otros consideran que en ellos coexisten resonancias de Jesucristo y de los evangelios”, nos dice Amalia Navarro.

El profeta” tiene una segunda parte que no alcanzó a publicar; en forma póstuma fue editada como “El jardín del profeta”; en él, Almustafá describe la íntima relación entre el hombre y la naturaleza. La tercera parte (“La muerte del profeta”) nunca  logró escribir.

En “La procesión” su obra principal de poesía arábiga, presenta un diálogo entre un sabio y un joven. Expresa una fuerte crítica a la maldad, a la ambición y al egoísmo: el hombre en lucha trajinando por el viento como una simple marioneta. El otro alaba la vida sencilla, bucólica, pacífica del campesino, sin dolores, ni castigos, ni opresiones. Era conocida su admiración por el poeta norteamericano Walt Witman.

El loco” es un conjunto de relatos y fábulas de un personaje especial que es rechazado por loco, porque las verdades que enuncia duelen y no quieren ser escuchadas por los hombres, ya que ponen en riesgo y discusión las apariencias y los hipócritas convencionalismos sociales. Es un valiente canto de libertad y lo hace recurriendo a historias en las que se mezcla el mito con la fábula. Muchos encuentran resonancias del mensaje de Zaratustra.

Nuestro “Loco” destaca que solo en la realidad es posible hallar la paz y la alegría. Gibran, que en otras obras predicaba la tolerancia, es aquí, a causa de su sinceridad, objeto de incomprensión. La crueldad alcanza incluso a las Sagradas Escrituras; y es que la bondad y la maldad se confunden muchas veces entre sí. El “Loco”, el auténtico lúcido, no le queda otro recurso que la soledad para evitar ser malinterpretado. “Solo nos queda el diálogo amoroso con nuestra tristeza y nuestra alegría”.

Ya casi al final de sus días escribió “Jesucristo el Hijo del Hombre”, obra muy discutida. Gibran lo presenta viviendo plenamente la vida con todos sus dolores y alegrías. En su defensa el poeta Arnold Benet señaló que los árabes deberían sentirse orgullosos  de que Gibran hiciera recordar la Torah, los Salmos y las enseñanzas de Jesús al pueblo materialista de los Estados Unidos.//  


Escritos de Khalil Gibran  

DIOS

En los días de mi más remota antigüedad, cuando el temblor primero del habla llegó a mis labios, subí a la montaña santa y hablé a Dios, diciéndole:
―Amo, soy tu esclavo. Tu oculta voluntades mi ley, y te obedeceré por siempre jamás.
Pero Dios no me contestó, y pasó de largo como una potente borrasca.
Y mil años después volví a subir a la montaña santa, y volví a hablar a Dios, diciéndole:
―Creador mío, soy tu criatura. Me hiciste de barro, y te debo todo cuanto soy.
Y Dios no contestó; pasó de largo como mil alas en presuroso vuelo.
Y mil años después volví a escalar la montaña santa, y hablé a Dios nuevamente, diciéndole:
―Padre, soy tu hijo. Tu piedad y tu amor me dieron vida, y mediante el amor y la adoración a ti heredaré tu Reino. Pero Dios no me contestó; pasó de largo como la niebla que tiende un velo sobre las distantes montañas.
Y mil años después volví a escalar la sagrada montaña, y volví a invocar a Dios, diciéndole:
―¡Dios mío!, mi supremo anhelo y mi plenitud, soy tu ayer y eres mi mañana. Soy tu raíz en la tierra y tú eres mi flor en el cielo; junto creceremos ante la faz del sol.
Y Dios se inclinó hacia mí, y me susurró al oído dulces palabras. Y como el mar, que abraza al arroyo que corre hasta él, Dios me abrazó.
Y cuando bajé a las planicies, y a los valles vi que Dios también estaba allí.

EL SEPULTURERO

Una vez, mientras yo estaba enterrando a uno de mis egos, se acercó a mí el sepulturero, para decirme:
―De todos los que vienen aquí a enterrar a sus egos muertos, sólo tú me eres simpático.
―Me halagas mucho ―le repliqué―; pero, ¿por qué te inspiro tanta simpatía?
―Porque todos llegan aquí llorando ―me contestó el sepulturero―, y se van llorando; sólo tú llegas riendo, y te marchas riendo, cada vez.

VESTIDURAS

Cierto día Belleza y Fealdad se encontraron a orillas del mar. Y se dijeron:
―Bañémonos en el mar.
Entonces se desvistieron y nadaron en las aguas. Instantes más tarde Fealdad regresó a la costa y se vistió con las ropas de Belleza, y luego partió.
Belleza también salió del mar, pero no halló sus vestiduras, y era demasiado tímida para quedarse desnuda, así que se vistió con las ropas de Fealdad. Y Belleza también siguió su camino.
Y hasta hoy día hombres y mujeres confunden una con la otra.
Sin embargo, algunos hay que contemplan el rostro de Belleza y saben que no lleva sus vestiduras. Y algunos otros que conocen el rostro de Fealdad, y sus ropas, no lo ocultan a sus ojos.

EL OJO

Un día dijo el Ojo:
―Más allá de estos valles veo una montaña envuelta en azul velo de niebla. ¿No es hermosa?
El Oído oyó esto, y tras escuchar atentamente otro rato, dijo:
―Pero; ¿dónde está esa montaña? No la oigo... Luego, la Mano habló, y dijo:
―En vano trato de sentirla o tocarla; no encuentro ninguna montaña.
Y la Nariz dijo:
―No hay ninguna montaña por aquí; no la huelo.
Luego, el Ojo se volvió hacia el otro lado, y los demás sentidos empezaron a murmurar de la extraña alucinación del Ojo. Y decían entre sí: " ¡Algo debe de andar mal en el Ojo!"

LA PERLA

Dijo una ostra a otra ostra vecina:
―Siento un gran dolor dentro de mí. Es pesado y redondo y me lastima.
Y la otra ostra replicó con arrogante complacencia:
―Alabados sean los cielos y el mar. Yo no siento dolor dentro de mí. Me siento bien e intacta por dentro y por fuera.
En ese momento, un cangrejo que por allí pasaba escuchó a las dos ostras, y dijo a la que estaba bien por dentro y por fuera:
―Sí, te sientes bien e intacta; mas él dolor que soporta tu vecina es una perla de inigualable belleza.

LA BAILARINA

Había una vez una bailarina que con sus músicos había arribado a la corte del príncipe de Birkaska. Y, admitida en la corte, bailó ante el príncipe al son del laúd y la flauta y la cítara.
Bailó la danza de las llamas, y la danza de las espadas y las lanzas; bailó la danza de las estrellas y la danza del espacio. Y, por último, la danza de las flores al viento.
Luego se detuvo ante el trono del príncipe y dobló su cuerpo ante él. Y el príncipe le solicitó que se acercara, y dijo:
Hermosa mujer, hija de la gracia y del encanto, ¿desde cuándo existe tu arte? ¿Y cómo es que dominas todos los elementos con tus ritmos y canciones?
Y la bailarina, inclinándose nuevamente ante el príncipe, dijo:
―Poderosa y agraciada Majestad, desconozco la respuesta a tus preguntas. Sólo esto sé: el alma del filósofo habita en su cabeza; el alma del poeta en su corazón; mas, el alma de la bailarina late en todo su cuerpo.

SUEÑOS

Un hombre tuvo un sueño y, cuando despertó, visitó a un adivino y quiso que éste lo descifrase.
Y el adivino dijo al hombre:
―Ven a mí con los sueños que contemples en tus momentos despiertos y te explicaré sus significados. Pero los sueños de tu dormir no pertenecen ni a mi sabiduría ni a tu imaginación.

EL MATRIMONIO

Entonces, Almitra habló otra vez: ¿Qué nos diréis sobre el Matrimonio, Maestro?
Y él respondió, diciendo:
Nacisteis juntos y juntos para siempre.
Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte espar­zan vuestros días.
Sí; estaréis juntos aun en la memoria silenciosa de Dios. Pero dejad que haya espacios en vuestra cercanía.
Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros. Amaos el uno al otro, pero no hagáis del arnor una ata­dura.
Que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.
Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.
Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañe­ro lo tenga.
Porque sólo la mano de la Vida puede contener los cora­zones.
Y estad juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.

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