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Peruano ilustre: Ribeyro


Esta edición especial, por Oswaldo Gonzaga Salazar

Julio Ramón Ribeyro

Uno de los más grandes de nuestra literatura peruana y el más modesto y sencillo; el más diestro narrador de piezas cortas del ambiente urbano, el más ilustre de sus cuentistas. Los que lo conocieron personalmente niega que haya sido tímido, huraño, enigmático. Más bien, su clásica humildad lo alejaba siempre del afán de figuración y de las pasarelas de la fama.

Su obra fue una constante preocupación, denuncia y rechazo de las injusticias en abierto choque contra la marginación y el abandono tipificado sobre todo en sus personajes de clase media y marginados.

Hasta entonces la narrativa peruana se había anegado en un regionalismo rural campesino. Ribeyro, como máximo exponente del cuento contemporáneo, es el iniciador del cuento y la novela con temática urbana: casas modestas, iglesias y burdeles, calles, plazas y bares, la vieja universidad, cafés del centro de Lima y Miraflores, aparecen en sus relatos con un estilo sobrio, fluido, vivencial; y entre la multitud urbana de la gran ciudad, no faltan tampoco los seres marginales de la Lima de las barriadas, los arenales y la extrema pobreza.

Reseña biográfica

(1929-1999), Lima. Estudió en la Universidad "La Católica". A los 23 años fue becado a España. Visitó Bélgica, Alemania y Francia, quedándose en este último país por varios años. En 1959 le fue otorgado el Premio Nacional de Novela.

Fue agregado Cultural del Perú ante la UNESCO. 

Su vida transcurrió entre la penumbra y el silencio, lejos de las pasarelas de la fama, siempre cultivando la introspección y el talento.
En 1998, recibió el premio Juan Rulfo; pocos meses después, falleció. Fue enterrado, siempre en medio de su modestia y silencio.

Entre sus obras, escribió:

Cuento: "Los gallinazos sin plumas", "Al pie del acantilado", "La botella de chicha", "Explicaciones a un cabo de servicios", reunidos después en "La palabra del mudo".

Novela: "Los geniecillos dominicales", "Crónica de San Gabriel", "Los hombres y las botellas".

Teatro: "Confusión en la prefectura", "Santiago el pajarero", "Los caracoles", "La piel de un indio no cuesta oro", "El último cliente", "Atusparia (el amauta)".

Ensayo: "Prosas apátridas".


Los gallinazos sin plumas, son dos niños que en la madrugada, angustiosamente se adelantan al carro basurero para poder conseguirle desperdicios al insaciable chancho que el abuelo don Santos-pata de palo-, engorda y después poder vender su carne y su manteca. No hay cariño, ni ternura, no hay estudios en estos niños: solo trato cruel y despiadado, solo hambre y marginación que termina en tragedia.

En Santiago el pajarero, ambientado en la época de la colonia, esta pieza de teatro se apoya en una tradición de Ricardo Palma para presentar a un hombre cuyo único delito fue soñar con volar y buscar los cielos; un idealista y visionario, que por adelantarse a su época pagó caro su osadía, de la que se encargaron los hipócritas, retrógrados y mediocres que nunca faltan. Pero el poeta que también fue Ribeyro, termina la historia con esta copla final:

Favores pidió a virreyes
y no los pudo lograr;
en medio de tantas leyes
fue su delito soñar,
soñar en poder volar.

Volando alcanzan la cima
miserables convenidos
que solo triunfan en Lima
los vestidos de bandidos

Quienes no saben soñar
se arrastran por el suelo,
mientras tu llegas al cielo
con que soñaste al volar.

Y así a pesar de tu duelo
si tu sueño fue volar
nadie te podrá olvidar.


Anotación importante________________________
Carta 15-2-1973. "¿Por qué la palabra del mudo". Ribeyro dice: "Porque en la mayoría de mis escritos se expresan aquellos que en vida están privados de la palabra, los marginados, los olvidados, los condenados a una existencia sin sintonía y sin voz. Yo les he restituido ese hálito negado y les he permitido modular sus anhelos, sus arrebatos y sus angustias".

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