Publicaciones: Selva del alma mía


Miuler Vásquez

Mi amigo Lucio Córdova ha publicado “Selva del alma mía”, libro que contiene, por un lado, cuentos, y por el otro, una variada selección de poemas; es decir, es un libro que puede leerse por ambos lados, según la preferencia del lector.
En lo referente a los cuentos, son seis, los dos primeros (”Se lo llevó la sirena” y “Una sirena en el Sisa”), están ambientados en la provincia del Dorado, y como sus títulos lo indican, dan vida a este ser mitológico de las aguas; “El renaco”, el tercer cuento, narra las aventuras de “Vicentillo” y los extraños acontecimientos que le suceden en torno a un colosal árbol; “El regreso”, el siguiente cuento, nos presenta a una tortuga viajera, la cual retorna a su árbol tras un largo viaje; “Shushupi macho”, el cuento más corto de todos, es el encuentro entre lo salvaje y lo humano: una pelea con dignidad; finalmente, “El conejito que aprendió a volar”, el último de los cuentos, es un desfile de fantasía y enseñanzas: con la perseverancia todo se puede.
Con respecto a sus poemas, Lucio ha sabido conjugar la sencillez con la naturaleza. Desfilan por sus versos: bosques, ríos, el pasado que siempre fue mejor y la firme consigna de que nuestro medio es el máximo tesoro que aún conservamos.
“Selva del alma mía”, por tanto, es un libro para todo público. “Trazos editores” (la editorial que hizo la edición) y el autor, Lucio Córdova Mezones, recomiendan su lectura al público de todas las edades, principalmente a los alumnos de las I.E. de toda la región.
Lucio es profesor cesante del área de Comunicación. En su andar diario por los parajes de la selva, ha recogido, según sus palabras, muchas anécdotas y sucesos. La magia de la literatura, el deseo ferviente de conectarse con la fantasía y ese afán por transmitir su conocimiento a la eternidad, lo ha llevado a escribir este libro. //

A continuación un poema del libro:



Desencanto


En las orillas te conocí
una bella tarde de abril.
El ocaso sonreía
bajo un lindo cielo de añil.
murmuraba el río malicioso
cavilando suspicacias, muy celoso
al sentir mi pasión febril.
En ese oeste granate
de tu belleza muy cautivo
-25-delatado por mis ojos
allí, puesto de hinojos
ante tan bello motivo,
te dije lo que me dictó mi corazón.
El torrente inspirado en el idilio
en bellos cálices de lirio
lejano, muy lejano
llevaba hacia el crepúsculo mi cantar.
Sin demora, sin prisa;
serena con leve sonrisa,
tus manos me tendiste,
acogedora me dijiste que no.
¡Ah! ¡Qué golpe!
Se marchitó la flor
eras reina,
yo, un mendigo de amor.
Afable, linda, sin desdeño,
me señalaste el camino;
un camino sin ti.
Resignado a no ser tu dueño
tropezando con el desatino
con la esperanza amordazada
a cuestas con mi destino
echando mi canto a la corriente
alma desencantada
dejé que me lleve el río
hacia el ocaso lejano
Frío atardecer.

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