Ir al contenido principal

Relato: Shasha


Juan Rodríguez Pérez

Desde que tengo uso de la razón cada vez que pasaba por la casa del viejo Shasha, éste se encontraba sentado en su mecedora leyendo uno de los tantos libros que tenía. Era, tal vez, el único que tenía una pequeña biblioteca en el pueblo de Huinguillo, adornando su salita, motivo por el cual todos los que estudiábamos nos acercábamos, de vez en cuando, a consultarte sobre cualquier tema. Esto le llenaba de orgullo y aprovechaba para relatarnos sus ocurrencias o sus tantas anécdotas vividas en su largo trajinar por los rincones de la selva.
En la entrada de su casa tenían instaladas sillas y mecedoras para que el visitante descansara mientras su esposa Agüedita invitaba un jugo de naranja o agua de coco.
Yo solía pasar por las tardes, después de salir de la escuela o de recoger agua del río Huallaga. Me detenía a saludarlo y preguntarle sobre lo último que estaba leyendo y él, quitándose los lentes gruesos, me hacía pasar para enseñarme la carátula del libro. Después se sonreía y palmeándome para que siguiera mi camino se acomodaba a continuar en su lectura.
Alguna vez traté de imaginarme a este viejo aventurero correteando por las orillas del río Huallaga, del Ucayali o del Amazonas, cruzando la frontera y enamorando a cuanta muchacha se le cruzara en su camino. De él se decía muchas cosas y que se quedó a vivir en Huinguillo por no encontrarse con los hombres que dejaron ciega a su mujercita y que amenazaron terminar con él y su familia. Por eso, cada vez que veía a doña Agüedita, con el ojo izquierdo vacío, caminando con paso lento por el huerto o dando de comer a sus animales, me imaginaba las correrías huyendo en alguna balsa o metiéndose entre las montañas para escapar, porque el viejo Shasha nunca hizo nada por desmentir lo que la gente hablaba.
A nosotros nos extrañaba que lo encontráramos leyendo con entusiasmo porque ni siquiera nuestros profesores tenían el hábito que se observaba en Shasha.
En realidad se llamaba Ventura, pero lo decíamos Shasha por la explicación que nos daba al preguntarle por los nuevos libros que tenía en la mano.
—Tío —le pregunté una vez, sin poder vencer mi curiosidad— ¿quién te trae los libros que lees.
—Ah hijita —me dijo mostrando una sonrisa cómplice—, a mí los libros me los trae haya, el difunto.
—¿Y él, quién es tío?
—¿No sabes, hijita que haya es el difunto de un partido político? El va y viene trayéndome los libros. Silba como los tunchis y luego se aparece, pero solo a mí, porque yo creo en él, me deja los libros y shas viene y shas va. Hijita, tú no puedes entender estas cosas.
Y luego volvía a sus libros.
Esta explicación dio origen a su sobrenombre, y así se hizo conocido en el pueblo y en sus alrededores. //

Comentarios

Entradas populares de este blog

Libros: El gallo gallina

El gallo gallina La novela de Oswaldo Reynoso “El gallo gallina”, editada por una editorial peruana que ha tenido a bien transcribirla de un original publicado a mimeógrafo, según palabras del autor, hace más de cinco décadas, es una verdadera muestra de ingenio, por ser un compendio de sucesos narrados en distintos tiempos y estilos literarios. Una “gallo gallina” es un gallo de pelea que se asemeja a una gallina en apariencia; con esta peculiaridad, engaña a su rival, a quien después de haber confundido y al punto de alterarle las hormonas, logra vencerlo. El de esta historia, por la trama y su mismo nombre, “Civilísimo”, es un gallo de suma importancia. Tanto su dueño, apegado a su animal al punto de llorar por él y embriagarse al máximo, el adolescente que por desgracia lo hurta, el cocinero que parece haber pactado con el diablo para obtener la receta de una pachamanca sin igual, los inoportunos apristas, los maestros oradores y sobones, los mendigos, y finalmente, el minist

Tradición: patrona de Tarapoto

    Patrona de la Santa Cruz de los Motilones en Tarapoto       Todos los pueblos guardan en cada uno de sus habitantes diversos matices de júbilo, devoción, algarabía y festividad; motivados por la llegada de una fecha muy significativa, por lo general de carácter religioso. En la ciudad de Tarapoto se celebra la patrona de la Santa Cruz de los Motilones, fiesta que se inicia el 07 de julio y concluye el 19 del mismo mes. Cuentan nuestros abuelos, que para la llegada de esta gran fiesta, los cabezones se preparaban con anticipación casi un año. Ya sea sembrando yuca, maíz, plátano y otros productos de panllevar, así también como la crianza de gallinas, pavos y chanchos. Cuando faltaban pocos meses para la celebración, los cabezones con sus respectivos ayudantes cosechaban los productos y seleccionaban las gallinas y chanchos para esperar la llegada de la gran patrona. La primera semana de julio, las mujeres se dedicaban a la preparación del masato de yuca y chicha de maíz.  El 07 de j

Análisis: Yakuruna (novela)

PRESENTACIÓN DE LA OBRA LITERARIA "YAKURUNA" DE MIULER VÁSQUEZ GONZÁLEZ Por: Julio Oliveira Valles GENERALIDADES Los escritores, por lo general narran o impregnan en sus creaciones literarias sus experiencias tempranas, la división de la realidad, sus relaciones familiares, amicales, su contacto con la naturaleza circundante: ríos, lagos, accidentes geográficos, costumbres, comportamientos, lenguaje, etc. Incluyendo sus creencias, formación profesional, actividades laborales, entre otros. Estas creaciones literarias de autores selváticos, según mi punto de vista, se agrupan de la siguiente manera: - Literatura de selva alta - Literatura de ceja de selva y, - Literatura de selva baja o llano amazónico. La obra "Yakuruna" del escritor Miuler Vásquez González, tiene como escenario la selva y el río; se ubica en el segundo grupo, es decir entre escritores de ceja de selva, identificada por la descripción paisajística y uso de expresiones propias del universo vocabular d