Opinión: dezlis del embajador ecuatoriano

 
 


Cultura racista y machista de embajador ecuatoriano

      Por: Carlos Villacorta Valles

Sobre la agresión violenta verbal y física contra dos mujeres por parte del embajador ecuatoriano en el Perú se ha dicho de todo, menos de su profundo contenido racista y su bajo contenido cultural diplomático.

El embajador Riofrío Machuca arremetió violentamente -verbal y física- contra Lidia Castro de Muñiz y su hija Cinthia Muñiz Castro, la noche del 21 de abril en la tienda Vivanda ubicada en la avenida Javier Prado en Magdalena del Mar, porque la cajera del establecimiento la atendió a ella, mientras él esperaba sus 150 kilogramos de jamón; entonces, el pata sintió a su macho ofendido. Es lo que está plenamente confirmado por los testigos: Cajera, vendedor y compradores. Razón por la cual, demostrando bajo nivel cultural en la práctica y un asqueroso racismo (seguramente en teoría estará bien preparado) y haciendo honor a sus apellidos Ríofrío Machuca, insultó a madre e hija: las llamó ignorantes "Indígenas de m..."  "¡Qué se habrán creído estas peruanitas!".

El contenido racista de los insultos, enervó, lógicamente, también a las féminas, que contestaron los insultos que descontrolaron totalmente al energúmeno.

Varios testigos declararon a la policía que el embajador ecuatoriano Ríofrío Machuca desató una lluvia de golpes y patadas y que no se limitó a defenderse de la agresión, como ha informado oficialmente el presidente Rafael Correa.

El empleado Martín Lévano confirmó este racismo que en medio de la trifulca se pudo observar cuando el embajador continuó insultando a las mujeres: "¡Serranas cochinas!", les gritó. La pelea siguió en la calle, lo que confirmó también el Departamento de Investigaciones de la Comisaría de Orrantia, San Isidro. Ríofrío actuó violentamente contra las mujeres en el interior y en el exterior del supermercado Vivanda.

Un "peruano", sujeto de la misma calaña que el embajador, sentenció increíblemente que "Bien merecido se lo tiene la chola que se metió en la fila sin respetar el orden de los que estaban primeros (...). Tiene razón el embajador, estos cholos sin cultura ni respeto merecen, están acostumbrados a su comportamiento vulgar y sin respeto por las leyes y el orden".
Una cámara de la tienda registró que la pelea que comenzó dentro del local y continuó con mayor agresividad en las afueras. 

Según las imágenes, el diplomático encajó una patada contra Cintya Muñiz, mientras su madre, Lidia Castro, se trenzó de los cabellos con la acompañante del embajador. 

Ríofrío no las separa, sino que aprovecha la situación para dar un puntapié a Lidia Castro; esta versión es confirmada por el suboficial superior PNP Hugo Palomino Agüero, quien fue el primer efectivo policial que llegó al lugar de los hechos y observó los sucesos.

Analizando esta situación desde el punto de vista de la inteligencia emocional y psicológica: el hombre violento –al margen de su nivel cultural- tiene un problema psicológico o psiquiátrico que le hace sentir más vulnerable, inseguro y con baja autoestima, por lo cual siente la necesidad de compensarlo mediante la violencia, enfrentándose con quien cree que lo ha desplazado.

En este caso patológico, el embajador ecuatoriano Ríofrío Machuca, por su condición de poderoso, asume una personalidad dicotómica que se establece en muchos ámbitos: mujer-hombre, jefe-trabajador, etcétera, que le hace creerse superior a los demás y, mucho más aún, sobre la mujer. Al no tener ese reconocimiento como tal, para mantener esa superioridad y dominio, siente imperante hacer uso de la violencia. Este pobre hombre -como muchos- se ha quedado con la concepción obsoleta  que la mujer tiene que ser inferior al hombre... El hombre violento obviamente apoya estas creencias porque él es quien obtiene los beneficios. Algo de esto le pasó al presidente Correa al defender a su amigo racista.

Nada podemos dejar de omitir a la hora de entender las causas de la conducta del maltratador, machista y racista. Un caso que indudablemente deja muchas lecciones culturales y que merece un análisis más profundo, porque el racismo estructural corroe nuestras sociedades y, ni que decir, la violencia de género.//

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