(Caminó, se recostó, resbaló por las caricias de los empedrados y qué fácil se impregnaba en su piel los deseos. Era ella la que se desvestía de sus encantos, la que dormitaba jugando a las esperanzas; era ella, sutil experiencia de divina creación, la que acogía con los remiendos del cumplido suelo a los cánticos y serenatas de adoración. Pero sus vastas manos, a veces, escarbaban pesares. En tal caso debía seguir. Sin demora, más allá otros parajes renacían gustosos.)
Es uno de tantos términos del lenguaje vulgar aún no aceptado por la Academia de la Lengua Española de nuestro país, pero usado por todos los peruanos, cuyo significado está contextualizado con el soborno y vueltos de sobrecostos en el submundo de la corrupción. Me arriesgo a opinar que el origen de este término está en la preposición contra, que semánticamente, denota oposición y contrariedad. A mediados del siglo pasado, en que se originó esta jerga, los facinerosos que cometían este tipo de delitos económicos, eran conscientes de que estaban actuando en contra de la ley. "Hagamos la contra". Supongo que para "esconder" la fechoría y no sentirse acusados por esta palabra, simplistamente, derivaron el término de contra a cutra. Así la preposición contra dio origen al sustantivo cutra que sometido a la acción toma categoría de verbo: cutrear. Actualmente, sigue siendo conjugado en las tres personas gramaticales, en singular y en plural. ( Lucio Córdova Mezo
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