Ir al contenido principal

He muerto















Estoy muerto.
Es mentira que respiro.
No es verdad que escribo,
que puedo ver,
que siento frío.

He muerto.
Mírame bien,
descubre mis defectos,
mis ojos,
mis pupilas.
¡Siente mi fúnebre aliento!






















No te engañes,
mi cuerpo no está tibio,
mi corazón no está latiendo.
Tus ojos no me ven,
tu boca no me besa;
yo no existo,
¡He muerto!
¡Estoy muerto!

Mis pasos ya no tocan el suelo,
el aire no mueve mis cabellos,
ya no percibo aromas,
ya no siento asco.

¡Estoy solo, muy solo!

Soy un espectro invisible
que viaja en círculos,
que se desliza por toboganes sin salida,
que grita y nadie le escucha,
que miente a la nada.

He muerto.
¡Estoy muerto!

Amo
a la noche oscura,
a las estrellas,
al sol...
¡Las estrellas son mías!
¡Soy invencible!

Los muertos también amamos,
amamos sin esperar
que la inercia respire...
Pero obsérvame,
hazlo.
¡No dejes de mirarme!

¡Estoy solo, muy solo!
¡Muerto!

Bésame;
que tus diminutos bustos,
mientras lo haces,
aparenten estar sobre mí,
desnudos y duros.

Que siempre perdure en ti,
esa fantasía irreal,
tibia y llena de amor,
que te consuela en la noche
haciéndote feliz.

Estoy muerto,
he muerto.
No he sangrado.
Ninguna bala
me ha destrozado el pecho,
no me ha cortado,
navaja alguna.
Tampoco existió un dogal,
o un patíbulo.
Nada hirió mi cuerpo;
pero ya no existo más.

Mi muerte ha sido
dolorosa e inhumana.
Soy un aborto;
el vientre que me llevaba,
se llevó mi aire.
Vivo en tinieblas.
La noche me acoge
y las estrellas...
no me brindan su ayuda.

He muerto
¡Estoy muerto!

¿Siéntes mis besos,
mi aliento?
¿De verdad así lo crees?
Es mentira,
yo no estoy aquí.
Tu mente onanista te engaña,
lo que escuchas y haces
no pertenece a esta realidad.

Antes tú y yo
éramos uno solo,
un cuerpo hermafrodita.
Yo estaba dentro de ti,
creciendo...
Hacía lo que era correcto,
si sufrías,
si llorabas,
si tenías miedo,
si necesitabas ayuda,
tambien yo.

Todo tu tiempo era el mío;
me enseñaste cosas,
me hablaste de la paz,
del pecado,
del mundo de afuera.
Entonces comprendí
que no estábamos solos,
que habían miles como tú.

Necesitaba otras caricias,
otras manos,
otros vientres...
Pero me sentía tan bien contigo.
¿Cómo pudiste pensar que me iría?

Tus palabras redundantes,
tus noches de placer,
tu saliba,
tu lengua,
¡Tu satisfacción!
Y yo el hijo ideal,
el que callaba y escuchaba,
el que aprendía...

El tacto, la visión,
mis sentidos.
"¡No puedes tocar ni mirar!"
"¡El fruto prohibido!"

Mis ojos no sangraron,
simplemente dejaron de ver.
Ya no sentí tu piel...
¡Por qué me mataste!

Conforme avanzaba el tiempo,
de tu vientre instructor,
el aire se escapaba ,
trasformando tus palabras en ecos.

El espacio se reducía,
tu voz se volvía un rumor.
Y pronto...
ningún sonido.
Todo había terminado

He muerto.
¡Estoy muerto!

Mi amante necrófila,
vehemente onanista,
mírame por única vez,
antes de que me pudra.

Apúrate,
la noche se acaba.
Nó, no más lágrimas.
No finjas,
solo buscas placer.

Se terminó,
Vístete,
y márchate luego.
No vuelvas,
vete con los tuyos,
con los que viven.
¿Qué no lo entiendes?
Estoy sin vida.

Si,
como siempre tus lágrimas,
tu amor fingido,
y finalmente,
tu promesa de no regresar,
Si claro,
ya te hartaste,
no soportas a los muertos,
te irás y no volverás.

Pero si lo harás,
siempre lo haces.
En fín,
da lo mismo,
ya estoy muerto.




Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Tradición: patrona de Tarapoto

    Patrona de la Santa Cruz de los Motilones en Tarapoto       Todos los pueblos guardan en cada uno de sus habitantes diversos matices de júbilo, devoción, algarabía y festividad; motivados por la llegada de una fecha muy significativa, por lo general de carácter religioso. En la ciudad de Tarapoto se celebra la patrona de la Santa Cruz de los Motilones, fiesta que se inicia el 07 de julio y concluye el 19 del mismo mes. Cuentan nuestros abuelos, que para la llegada de esta gran fiesta, los cabezones se preparaban con anticipación casi un año. Ya sea sembrando yuca, maíz, plátano y otros productos de panllevar, así también como la crianza de gallinas, pavos y chanchos. Cuando faltaban pocos meses para la celebración, los cabezones con sus respectivos ayudantes cosechaban los productos y seleccionaban las gallinas y chanchos para esperar la llegada de la gran patrona. La primera semana de julio, las mujeres se dedicaban a la preparación del masato de yuca y chicha de maíz.  El 07 de j

Libros: El gallo gallina

El gallo gallina La novela de Oswaldo Reynoso “El gallo gallina”, editada por una editorial peruana que ha tenido a bien transcribirla de un original publicado a mimeógrafo, según palabras del autor, hace más de cinco décadas, es una verdadera muestra de ingenio, por ser un compendio de sucesos narrados en distintos tiempos y estilos literarios. Una “gallo gallina” es un gallo de pelea que se asemeja a una gallina en apariencia; con esta peculiaridad, engaña a su rival, a quien después de haber confundido y al punto de alterarle las hormonas, logra vencerlo. El de esta historia, por la trama y su mismo nombre, “Civilísimo”, es un gallo de suma importancia. Tanto su dueño, apegado a su animal al punto de llorar por él y embriagarse al máximo, el adolescente que por desgracia lo hurta, el cocinero que parece haber pactado con el diablo para obtener la receta de una pachamanca sin igual, los inoportunos apristas, los maestros oradores y sobones, los mendigos, y finalmente, el minist

El abuelo Wilmaco

Hace unos días, en Trazos, mi amigo Reymer y yo celebramos con un six pack de latas la culminación de su novela  El abuelo Wilmaco . Se trata de una historia ilustrada que habla del amor, no solo del que sentía Wilmaco por Romina y su hijo Yaro, también del amor hacia la naturaleza. Conocí a Reymer hace unos años y desde entonces hemos sido muy amigos. No. Mentira. La verdad es que casi no lo veo, pero sí hemos coincidido en varios eventos literarios y, para ser francos, siempre he admirado su determinación y compromiso con la literatura. Cuando me dijo que ya había culminado su proyecto y me envío sus escritos para leerlos, además de sentirme muy feliz de su logro, no dudé un segundo en ser partícipe de su edición y publicación. Y, ergo, he aquí el resultado. El abuelo Wilmaco  resalta a los hombres del campo dedicados al trabajo por un futuro prometedor. Pero la vida es incierta, agradable y nefasta a la vez. Esa es la vida, y Wilmaco, con sus nueve décadas, lo sabe y entiende