Recordando a Marcospión

Por: Percy A. Flores Navarro

Marcos Macedo, conocido como Marcospión, es un nombre que resuena cada vez con más fuerza en la historia musical de la región San Martín. Tuve el privilegio de conversar largamente con él y de recopilar información de fuentes en común para proyectos de investigación que estaba realizando en esos años. En el ámbito académico, las reflexiones personales suelen quedar fuera del papel, así que aquí, después de una prolongada introspección, me permito comentar algunos pasajes de su vida, pero antes, debo confesar que Marcos, al igual que muchos músicos que enriquecieron la música amazónica con sus obras, recibió poco reconocimiento de instituciones vinculadas al sector cultural y artístico.
Quizás el reconocimiento le fue esquivo porque sus escenarios principales eran los pueblos más que las ciudades, o quizá por su discapacidad visual. Pero, más allá de cualquier homenaje institucional, su mayor reconocimiento fue la multitud de personas que acudieron a despedirlo en su velatorio y entierro, y el cariño con que aún lo recuerdan quienes lo conocieron.

En los años 40 y 50, aprender a tocar un instrumento musical en la selva era una gran hazaña. Para un adolescente inquieto por la música, como Marcos, su única opción era aprender escuchando la radio o los discos y, con suerte, recibir la enseñanza de algún amigo o familiar. Así fue como su primo Roberto Flores le enseñó a tocar las maracas y el banjo. Pero lo más difícil, de lo ya difícil, era conseguir los instrumentos musicales: o ahorrabas mucho dinero para comprarlos o aprendías algo de carpintería para fabricarlos. Aquí está uno de los oficios que Marcos mantuvo el resto de su vida. Un par de años después, Marcos llegó a ser un hábil ejecutante de múltiples instrumentos como guitarra, quena, banjo, clarinete, mandolina, saxofón, bajo eléctrico, entre otros, y como muestra de ello, quedan sus grabaciones y el recuerdo de quienes lo vieron con El Sonido Selvático en los años 50, tocando en las fiestas de carnavales o patronales a ritmo de pandillas, chimayches, tanguiños y más. Luego, La Continental Ritmo en los años 60, con su característico estilo colombiano al sonido del acordeón y los vientos de metales. Los Mickey’s en los años 70, que retomaron el estilo de El Sonido Selvático con la diferencia de incluir un ensamble de instrumentos electrónicos. Y, finalmente, La Agrupación Luis en los años 80, que, sin duda, fue la orquesta de música tropical selvática que trascendió por sus canciones originales grabadas. Estas agrupaciones consolidaron tradiciones sonoras que hoy siguen sonando en las emisoras de radio de la selva y el mundo, a través de la internet. Esto inspira a muchas otras agrupaciones en el país y el mundo, y al mismo tiempo, saca del anonimato a los artistas como Marcospión y sus agrupaciones. 

Por otro lado, a Marcospión, como a todos los sanmartinenses, le tocó vivir una época llena de conflictos, y en medio del fuego cruzado fundó la Agrupación Luis como un acto de coraje, tratando de llevar alivio y esperanza a una región desgarrada por la violencia. Fue justamente en esta década cuando realizó sus primeras grabaciones profesionales en la ciudad de Lima. En 1986, junto a sus músicos, algunos de ellos sus propios hijos, se embarcó en busca de un contrato discográfico, que consiguió en Discos Universal de Lima, liderado por Sebastián Silva.

Antes, es necesario aclarar que, Marcos, ya había compuesto varias canciones. Entonces, una vez hecho el trato, se dirigieron a una sala de grabación en el distrito de Comas, donde grabaron su primer cúmulo de canciones originales que luego se editaron en formato casete con el título Bailando con Luis. El sonido que caracterizó a la Agrupación Luis en este primer trabajo fonográfico radica en un estilo basado en la cumbia colombiana, mezclado con el diseño sonoro característico de la música chicha. Esto ocurrió porque, al grabar en una sala limeña que trabajaba principalmente con agrupaciones de chicha, el sonido ya como producto final se transformó generando esa estética especial que se escucha en sus canciones.

La Agrupación Luis volvió a Tarapoto con algunas copias de dicho material para venderlas en las fiestas donde tocaban. Pero estos materiales se agotaron en un par de eventos, y a la par, las emisoras de radio de diversas ciudades sanmartinenses no dudaron en programar dichas canciones. Desde la disquera en Lima, sorprendidos por el éxito alcanzado, no dudaron en ofrecer la grabación de nuevas canciones para otro casete. Así fue que, en 1988, Marcospión y sus músicos viajaron nuevamente a Lima. Marcos contó que, al finalizar las grabaciones, exigió sus regalías del material anterior a Silva, pero este, en lugar de llegar a un acuerdo, solo le entregó un lote de 100 casetes como supuesta compensación.
Estas malas prácticas las sufrieron muchos artistas de la selva a manos de diversas disqueras capitalinas. Así, la desconfianza y las aspiraciones de crecer en la industria de la música grabada se fueron desvaneciendo, y muchos de estos artistas empezaron a enfocarse más en las presentaciones en vivo, ya que, al fin y al cabo, el dinero llegaba con mayor seguridad de esa manera que a través de las regalías y la idea de ser estrellas. Debo advertir que, hoy en día, esto no ha cambiado.

Lejos de la música, los amigos de Marcos cuentan que fue un personaje carismático y noble que, a pesar de las dificultades que le tocó vivir, siempre se mantuvo entusiasta. No solo tuvo que ganarse la vida como músico y carpintero; también trabajó en la construcción de casas utilizando la técnica de tapial. De hecho, en más de una ocasión, cuando le pregunté de qué cosas estaba orgulloso, me respondía con firmeza que muchas de las casas antiguas que aún quedan en Tarapoto fueron construidas por él.
Luego, inevitablemente, volvía a hablar de la música y recordaba que, en un tiempo en que fue muy solicitado, con el dinero extra que ganó no dudó en comprar un semáforo eléctrico, el cual donó a la Municipalidad Provincial de San Martín. Este fue instalado en una esquina de la Plaza de Armas de la ciudad, justo en el edificio Santa María, convirtiéndose en el primer semáforo en Tarapoto.

Sus acciones filantrópicas resaltan por sí solas, ya que también dejó una huella como maestro de otros maestros. Muchos músicos de la región encontraron en él una guía que los impulsó a seguir sus propias carreras y a definir la escena musical amazónica. Sin embargo, algunos de estos músicos, cegados por el ego, lejos de agradecerle, lo ignoraron. De esto también se quejaba muchas veces, pero su influencia está allí, discreta e innegable. Como anécdota, en 1979, Macedo fue notificado por el Seguro Social del Perú para que los miembros de su agrupación, Los Mickey’s, pudieran acogerse a la Ley del Artista. Sin embargo, Macedo y los demás se negaron, argumentando que hacían música por afición y no como profesión.

Ya en la década de 1990, con la puesta en funcionamiento de la primera sala de grabación en Tarapoto creada por los hermanos Mejía, Marcos decidió grabar dos casetes más, en 1990 y 1992 respectivamente. Para lograrlo, tuvo que componer nuevas canciones, ahorrar dinero y capturar sus temas en una sola toma, dado que las limitaciones técnicas de la sala de grabación eran considerables. Mientras que en Lima se grababa por partes separadas (primero percusiones, luego cuerdas y finalmente voces), en Producciones Mejía todo sucedía en directo, por lo que se requería que los músicos ensayaran mucho antes de grabar. A pesar de estas limitaciones, lograron demostrar su calidad como agrupación.
Las temáticas de sus composiciones siempre estuvieron inspiradas en la cotidianidad selvática: le cantaba al campesino, al maderero, a los pueblos que conoció y a las incidencias ocurridas en ellos, al amor, al desamor, y similares. Junto al sonido, estos dos elementos están enraizados fuertemente en suelo amazónico.
Como Producciones Mejía no era un sello discográfico, sino solo una sala de grabación, Marcos tuvo que encargarse de gestionar la reproducción de los casetes y la difusión del material en las presentaciones de la agrupación.

A medida que la música tropical amazónica iba cambiando su sonido, Marcospión lo hizo levemente ya que siempre mantuvo su enfoque en los estilos musicales que definieron su juventud. Este apego a los géneros tradicionales dice mucho de las culturas amazónicas, puesto que en muchos pueblos la migración humana ocurre, pero culturalmente, no se tejen lo suficiente, y solo por mencionar de ejemplo comunidades nativas de Lamas.

En un mundo cada vez más globalizado, la difusión de la música amazónica sigue siendo un reto en la escena musical tanto nacional como internacional. El trabajo de Marcospión, a pesar de su relevancia histórica, enfrenta un camino difícil para llegar a un público más amplio debido a la falta de promoción y visibilidad que suelen afectar a los artistas de esta región. En muchas oportunidades, él me pedía que hiciera circular su música en plataformas digitales a como dé lugar.
Fue justamente en 2020, con el apoyo de Trazos Editores, que trabajamos en un disco compacto luego de digitalizar sus canciones. Este material motivó a Marcos a seguir tocando y grabando boleros, música criolla y por supuesto, su propia música. Sin embargo, el proyecto presentaba ciertas limitaciones, lo que me llevó a fundar un sello discográfico para darle mayor impulso, ya que la obra de Marcos abarca aproximadamente 70 composiciones y casi un centenar de grabaciones.

Entre todas, destaca su primera melodía, compuesta en su juventud, a finales de la década de 1950, mientras iba a la chacra de sus abuelos en el fundo Brasil, cerca del pueblo de San Pedro, de donde tomó el título Caminando a San Pedro. La letra la compuso a inicios de los años 2000, pero recién fue grabada junto a otras de sus composiciones en 2022 por quien escribe. La calidad no fue la más optima, dado el entorno en el que se grabó (en el patio de su casa) y las circunstancias de la edad y salud del artista (más de 80 años). Sin embargo, ahora, pienso que era la mejor forma de hacerlo, puesto que muchos géneros de la música amazónica pierden su naturaleza conceptual y sonora cuando se encajonan en una sala de grabación.

Hoy, en una época donde la tecnología es omnipresente, las canciones de Marcospión siguen sonando. Su estilo (ese que en cada conversación sobre música local entre tarapotinos se lamenta que se esté perdiendo) irrumpe con fuerza en el disco El Sonido Selvático, y lo hace con toda la autoridad de su legado. Parte de mi trabajo con él ha sido un intento por devolverle el lugar que el olvido le ha quitado en la historia de nuestra música amazónica, y finalmente se está concretando con mi pequeño sello discográfico, Selva Records y mi interés en preservar estos documentos. Como fue su último deseo, todos sus discos sin excepción, serán publicados.

Debo recalcar que el trabajo de Marcospión no es solo una serie de canciones; es la suma de fiestas patronales, carnavales y encuentros en pueblos y comunidades nativas desde los años 50 hasta los 90. Sus composiciones han capturado no solo las tradiciones, sino también los cambios de su tiempo, y creo, personalmente, que ya representan una forma de hacer las cosas para los músicos contemporáneos de la selva.

Finalmente, no puedo dejar de mencionar a personas clave en la realización de este proyecto: Miuler Vásquez, quien financió el disco compilatorio; Herbert Salas, diseñador de las portadas; Martín Melancox, encargado de la fabricación de los materiales; Víctor Ayachi, por su labor de difusión en su programa radial; Lupuna Artes Amazónicas y Diario Voces, que ofrecieron un espacio para la difusión escrita; e indudablemente, a la familia de Marcos, cuyo interés en preservar y compartir la vida y obra de su padre ha sido fundamental. Marcos Macedo Pinedo, verdadero ícono de la música popular sanmartinense, merece un reconocimiento oficial. Si los sanmartinense establecemos la fecha de su nacimiento, 23 de noviembre como el Día del Músico Tarapotino, las autoridades locales acataran el pedido popular, ya que lo necesitamos porque esto contribuiría a honrar y visibilizar su obra musical como también de otros músicos de la región amazónica que han forjado lo que hoy conocemos como tradiciones musicales populares de la amazonía peruana.



Publicar un comentario

0 Comentarios